NURIA VILA & FINJA nos sirven de ejemplo para explicar las dos parábolas del equilibrio, la vertical y la horizontal.
Jan Nivelle ha sido uno de nuestros apoyos técnicos en el desarrollo de la Escala de Formación a lo largo de los 14 revistas publicadas hasta ahora en Trofeo Doma Clásica. Sus aportaciones han ayudado sin duda a muchos lectores, al aportar una guía práctica de cómo enfrentarse al entrenamiento de un caballo.
Recordemos que la Escala en sí misma está compuesta por seis peldaños que, de seguirse, nos ayudarán al menos a no perder el rumbo hacia un entrenamiento correcto. Sin embargo últimamente son varios los profesionales que se muestran partidarios de incorporar un séptimo peldaño, el de "dejar pasar", e, incluso, un octavo, que resuma a su vez toda la Escala en uno solo, una llave que abra todas las puertas de la Doma Clásica, el equilibrio. Ya lo decían los antiguos: "La Doma Clásica es una cuestión de equilibrio, del caballo y también del jinete. Si hay un problema a caballo, la solución está casi siempre en mejorar el equilibrio en los diferentes aires".
Jan Nivelle comenta en este sentido: "Casi todos los problemas a caballo que nos encontramos al recorrer los sucesivos peldaños de la Escala durante el entrenamiento tienen su causa en el equilibrio del caballo, en su falta o en su defecto. Generalmente si conseguimos llevar al caballo hasta el equilibrio, solucionaremos cualquier problema".
Ahora bien, decir esto es fácil, llevarlo a cabo ya no lo es tanto. Cualquier jinete que lo haya intentado habrá topado con múltiples inconvenientes, con la interconexión de tantas variables que seguro que habrá llegado hasta el punto del desaliento. La propia Escala en sí misma es algo que está bien pero recorrerla en uno y otro sentido y continuamente, como un pianista recorre con sus manos el teclado, exige ser un experto y un maestro.
La Escala es una guía de cómo conseguirlo, es como una partitura que debe ser luego interpretada por el jinete conforme a su nivel. La Escala por otro lado no es ni mucho menos la única, no olvidemos que la Escala tiene una historia relativamente reciente, existe aproximadamente desde 1950, y es el resultado de la fusión de los reglamentos del ejército alemán y de otra biblia de la equitación alemana llamada "El gimnasio del caballo" (Das Gymnasium des Pferdes), de Steinbeck, una obra de principios del siglo veinte, que ya deja claro que la equitación no es un deporte de fuerza, sino de gracia.
Mucho se ha hablado de la Escala de Formación e insistido en que el orden y su estructura es importante así como la relación entre cada uno de sus puntos. La Escala es lógica y cada peldaño construye la base para el siguiente, mientras que el conjunto integra un todo y tiene sus propios objetivos, desde la "fase de acostumbrar" al potro a su nuevo entorno, del desarrollo de la fuerza de empuje, del desarrollo de la fuerza de sostén, etc., hasta que finalmente todo concluye en un "dejar pasar" que da fluidez al movimiento.
Interconexión de variables en la Doma Clásica
Uno de los problemas a la hora de teorizar y de explicar la Doma Clásica es que hablando y con imágenes solamente podemos tratar un hecho a la vez. Sin embargo la equitación es como cocinar varios ingredientes que interactúan simultáneamente. En la práctica hay que prestar atención a varias cosas a la vez y decidir rápidamente sobre el grado de importancia de cada una de ellas. Hay que trabajar sobre diferentes variables y además hacerlo con un ser vivo. En un segundo, el error puede estar en la descontracción, en el momento siguiente sin embargo podría estar en la impulsión, y después inmediatamente en la reunión. Lo mismo ocurre con el ritmo, el contacto o la rectitud. A veces hay que mejorar varios puntos a la vez, y sin embargo la Escala solo aborda los peldaños aisladamente, desde un planteamiento teórico y estructurado que en la practica es difícil de distinguir. Por ejemplo, hay que tener en cuenta a la hora de montar que el caballo se tiene que autosostener, que la posición de cabeza y cuello tiene que ser correcta, que el cuello debe estar abierto, la frente en la vertical o delante de la misma, que el dorso debe vibrar y amortiguar el movimiento con unos posteriores activos y cerrados, que la tendencia debe ser claramente hacía arriba y así sucesivamente... En suma, solo un experto puede distinguir los ingredientes.
Necesitamos una explicación para comprender todas las interconexiones, y Jan Nivelle apuesta claramente porque esta es el equilibrio.
Meta y objetivos
Para ello necesitamos partir de como es el estado inicial de un caballo joven y como será el resultado final en el caso de un caballo que esté ya alineado, recto en si y que se sostenga con sus posteriores doblados, etc.
Empecemos desde detrás hacía delante. Analicemos primero la última imagen donde los posteriores deberían pisar claramente más debajo del punto de gravedad y donde los tres ángulos en cada posterior deben mostrar un mayor doblamiento tanto a la hora de cargar peso como en el momento de avanzar hacia delante debajo de la masa.
El mecanismo
Para lograr la imagen del equilibrio, el jinete siempre debe tener el control sobre el posterior del caballo (a través de su pantorrilla en el mismo costado) y ser capaz de doblarlo (a través del peso corporal cuando recibe una indicación desde la mano y el cuerpo del jinete).
A través del acercamiento de los posteriores debajo de la masa se consigue una rotación hacía detrás de la cadera en el mismo lado, que desencadena también una subida de la parte posterior del dorso del caballo hacía arriba. Si la parte posterior del dorso ha sido correctamente fortalecida como sostén funcionará como una palanca respecto a las manos del caballo.
La cruz del caballo recibe así apoyo en su tendencia hacia arriba, apoyada por toda una tendencia hacía delante y hacía arriba del "motor trasero" (los posteriores) y del movimiento hacía delante, del dorso que sostiene y que funciona como palanca. Las manos se colocan así más hacia delante de las espaldas y despegan rápido nuevamente cuando han alcanzado la verticalidad en la fase de apoyo en el suelo. Así se erradica la mayor concentración del peso en el tercio anterior.
El ligamento nucae es una pieza clave en este proceso y forma una palanca constante para la secuencia del movimiento desde detrás hacía delante y además forma una palanca constante en las paradas, desde delante hacía detrás, así que el cuello no se debe acortar durante la parada sino que en vez de ello se deben doblar las articulaciones de los posteriores y ganar fuerza amortiguadora.
El movimiento se desarrolla durante el proceso de la reunión de tal forma que el momento de permanencia de las extremidades en el suelo se acorta y el momento cuando las cuatro extremidades se encuentran en el aire se prolonga cada vez más. La fuerza de sostén y la fuerza de empuje de ambos posteriores es uniforme y los dos utilizan por igual su respectiva fuerza muscular. La nuca permanece como el punto más alto. La musculatura de la línea superior (dorso y cuello) está íntegramente descontraída. La sensación del contacto con la boca es ligera para el jinete, además de constante y uniforme en ambas manos.
Resulta de suma importancia el dejar pasar de la línea superior. Dejar pasar significa que la energía de los posteriores fluye sin perdida hacía delante y que las paradas de la mano llegan con toda su eficacia hacía atrás sin pérdida. Para lograrlo, el caballo tiene que estar recto, solo si esta recto al cien por cien puede pasar la energía desde atrás hacía delante. La imagen es la de una pareja de baile formada por el tercio anterior y el posterior del caballo, ambas tienen que estar sincronizadas y comunicadas en la acción de movimientos fluidos, sucesivos y gráciles. Las tensiones, la fuerza, los dolores rompen esa comunicación.
Así que si el caballo ofrece resistencia en determinados puntos de la línea superior, trabajamos repetidamente en la cesión, donde la energía vuelve a fluir sin bloqueos. Solamente así será posible el desarrollo de la impulsión del caballo sin que este sufra daños.
Una vez que ha sido desarrollada la fuerza de empuje hay que volver después a un tempi normal. Lo que se consigue solamente a través de la monta de las medias paradas y paradas. Por ello es muy importante asegurar al principio el ritmo, la descontracción y el contacto.
Para poder obtener estos primeros tres puntos de la escala de formación hay que poder impulsar al caballo y este tiene que aceptar tanto la pantorrilla, como la ligereza absoluta en la embocadura. Lo que quiere decir que el caballo se ha sometido voluntariamente y sin la más mínima condición a la mano del jinete que aguanta y a sus ayudas en general. El caballo tiene que aprender a ceder en la boca, en la mandíbula, en la nuca, en el cuello inferior y en el dorso y tiene que haber aprendido a descontraer su musculatura. Los anteriormente enumerados son los cinco puntos en la línea superior del caballo donde este se puede y se suele bloquear o sujetar. Si cede en consecuencia obtenemos un caballo que pasa por el dorso.
El equilibrio
Y así aparecerá el equilibrio horizontal. En el caballo avanzado y preparado se orienta el equilibrio horizontal mayoritariamente hacía sus posteriores, el punto de gravedad se ha trasladado entonces hacía atrás. En el caso de un caballo joven el equilibrio está aún más en dirección de las manos. Un caballo joven en consecuencia suele tener sobrepeso sobre las manos y en consecuencia está torcido y no recto. El potro se mueve conforme a la imagen de la rueda de la bicicleta menor delante y mayor detrás. El movimiento está orientado hacía las espaldas.
La búsqueda del equilibrio en la preparación del caballo deber ser siempre correspondiente a su edad y a su preparación. Buscamos una postura básica, saludable, adecuada para la edad y el nivel de preparación del caballo. Las diferencias pueden estar en la elevación y en que el caballo esté más o menos cerrado por detrás. El mejor ejemplo es el que tenemos a la hora de desbravar el potro, primero que nada tiene que encontrar su equilibrio para llevar el peso del jinete.
Para determinar el grado de equilibrio que debemos buscar en todo momento, existen los reprises de Doma Clásica. A los cuatro años el potro tiene el equilibrio del nivel uno, a los cinco años del nivel dos, a los seis años ya a nivel de una reprise cuatro, etc. Antes de subir al próximo escalón para exigir aún más equilibrio el caballo tiene que haber interiorizado su nivel actual de equilibrio. Debemos construir progresivamente y no saltarnos ninguna fases del equilibrio. Si no seguimos los pasos, el caballo no aprenderá a sostenerse con soltura y en descontracción, y entonces aparecerán problemas que serán difíciles de erradicar más adelante. El caballo tiene que sostenerse a través de la musculatura del movimiento y no a través de la sujeción y contracción permanente de su línea superior. Los grupos de la musculatura de la línea superior tienen que aprender a vibrar en descontracción.
Podemos dividir el caballo en dos grupos de musculatura. El primero, el que sujeta el tronco, el segundo es el que mantiene el movimiento. El primer grupo tiene que aprender a sostener en un estado de descontracción. El segundo tiene que aprender a moverse activamente. Cuando ambos grupos de musculatura estén en armonía y cuando se tiene la sensación que el caballo comprende este proceso también psíquicamente, entonces hablamos de equilibrio.
Pero podría ocurrir que no podemos encontrar una entrada en la Escala de Formación aunque queramos orientarnos en ella. Por ejemplo no logramos cambios en el caballo a través de nuestras ayudas, lo que nos muestra que nuestras ayudas no son comprendidas por el caballo. Al menos no de la forma deseada en la que nos puedan ayudar a mejorar el valor gimnástico de un ejercicio.
Para que las ayudas del jinete tengan éxito:
- El caballo las tiene que entender.
- El caballo tiene que querer obedecer.
- El caballo tiene que tener la disposición.
- El caballo tiene que tener la capacidad física de poder realizar lo que se le esté pidiendo.
Ahora entran más aspectos en juego. Podemos hablar de un caballo que se "mueve en equilibrio" y de un caballo en "equilibrio absoluto". Cuando usamos el término "equilibrado" utilizamos la palabra en todas sus facetas. Equilibrio es también igual a estática perfecta en la dinámica del movimiento.
"Abajo" debe encontrarse en equilibrio con "arriba" y viceversa. Esto quiere decir también que movimiento y masa deben encontrar su sintonía entre ellos.
Hemos hablado antes de los cinco puntos en la línea superior del caballo donde este se puede bloquear o tensar (la boca, la mandíbula, la nuca, el cuello inferior y el dorso). Cuando cualquiera de los cuatro primeros puntos no cede, tampoco habrá descontracción en el dorso.
Para que el movimiento y la masa puedan encontrar su sintonía y su equilibrio el caballo debe aprender primero a ceder en los cinco puntos del posible bloqueo, así que el movimiento puede fluir desde atrás hacía delante pasando por el dorso y a través del ligamento nucae hasta la boca. Y todo ello a ser posible en su ritmo natural. Hay que tener en cuenta que cuatro de los cinco puntos de bloqueo se encuentran debajo de la silla. El dorso suele relajarse en la mayoría de los casos cuando los cuatro puntos que se encuentran ante la cruz se descontraen.
Debemos saber que el caballo se suele sostener por naturaleza con el esqueleto. Sin embargo a la hora de montar en Doma Clásica el caballo tiene que aprender a sostenerse con su musculatura.
El caballo tiene que estar en equilibrio desde delante hacía atrás y al revés. También aquí deben estar masa y movimiento en una relación equilibrada.
Una mayor acumulación del peso sobre las manos impide esto porque el movimiento se vuelve pujante y la masa del caballo se empuja hacía delante e incluso hacía delante y hacía abajo, en vez de hacía arriba como deseamos. Muy a menudo esto impide que el dorso pueda vibrar hacía arriba.
Este incluso llega a vibrar y arquearse hacía abajo y a la vez se acorta la parábola del movimiento de las manos del caballo porque se dirige únicamente hacía abajo y no hacía delante. El caballo se mueve como un tractor con una rueda grande atrás y una rueda pequeña delante.
El equilibrio longitudinal tiene que permitir que el jinete monte desde atrás hacía delante y que pueda trabajar con la pantorrilla suavemente impulsando hacía la mano que aguanta y que trabaja para que el caballo aprenda a mantener su cabeza en la vertical a la vez de que poco a poco aprende a ir en la mano.
Con ello habremos logrado los primeros tres puntos de la escala de formación e incluso dependiendo de las circunstancias el punto número cuatro de la misma.
El lado izquierdo tiene que estar equilibrado respecto al lado derecho y viceversa. Las extremidades de la izquierda tienen que funcionar igual que la pareja de la derecha (tanto detrás como delante).
La musculatura de la parte izquierda del cuerpo del caballo tiene que comportarse igual que la de la derecha. Pero el torcimiento natural del caballo se opone a este equilibrio, tanto en la mecánica como en la masa.
Con ello habremos tratado los primeros tres puntos de la Escala y habremos llegado al punto quinto. El siguiente aspecto sería: A través del trabajo debe llegar el día donde la psique del caballo se equilibre. Esto quiere decir que el caballo comprenderá poco a poco lo que pide el jinete a través de las ayudas.
Si queremos seguir por este camino del equilibrio que hemos iniciado pensamos también en:
-El equilibrio de los cascos. (Herrador.)
-El equilibrio de la dentadura. (Dentista.)
-El equilibrio de los ojos.
-El equilibrio de la digestión.
Aquí podríamos seguir en diferentes ámbitos que le pueden ayudar al lector a comprender los requisitos del caballo en su conjunto, necesarios para que pueda desarrollar el cien por cien de sus capacidades. Si consideramos los primeros tres puntos de la Escala entonces observamos que se refieren al ritmo natural del caballo y a la musculatura de la línea superior.
Esto quiere decir que la descontracción y el contacto aparecen a través de una postura correcta del dorso y del arqueo del cuello. Así que antes de comenzar a trabajar sobre la impulsión, el caballo tiene que haber aprendido a descontraer los puntos de la línea superior, los que mencionábamos más arriba, donde existe la tendencia al bloqueo o a la tensión. El caballo tiene que soltar el músculo largo del dorso para que este desarrolle su capacidad de poder aprender a sostener y a llevar el peso del jinete, a subir y así ganar fuerza en su capacidad de sostén.
Este músculo debe fijar además la conexión entre el ligamento nucae desde la nuca hasta las primeras vértebras del cuello de tal forma que un estiramiento hacía la mano de esta parte del cuerpo del caballo fomente el desplazamiento de la cruz hacía delante y hacía arriba.
De esta forma ayudará al músculo largo del dorso a tomar una postura abombada hacía arriba y poder así amortiguar hacía arriba durante la secuencia del movimiento.
Lo que significa que la parte central del caballo (el dorso) solamente puede subir si conseguimos la movilidad de la cruz hacía delante y hacía arriba.
A través de la tendencia del ligamento nucae a estirarse en dirección a la mano del jinete, junto con la rotación hacía atrás de la cadera que permite también la esencial mayor entrada de los posteriores debajo de la masa, el caballo entra en el arco del equilibrio horizontal.
El cuello y el equilibrio
Volvemos a los puntos de la línea superior del caballo, de los que necesitamos flexión y cesión. La línea superior debería mantener su fijación como eje y a ser posible desde detrás hacía delante. Lo que no resulta fácil del todo porque el caballo no tiene la misma "fijación" a lo largo de toda su línea superior. El cuello por ejemplo es extremadamente blando y flexible sobre todo en su inserción en el pecho y en la cabeza. También el cuello es un punto débil con su construcción en forma de "S", con sus dos puntos críticos entre la segunda y tercera y la quinta y sexta vértebra. Veamos en concreto que ocurre cuando el caballo no sujeta su cuello, porque la conexión del ligamento nucae no funciona correctamente. Cada parada provoca un doblamiento erróneo entre la segunda y tercera vértebra, o bien el caballo genera presión negativa del cuello hacía abajo en la quinta y sexta vértebra. Con cada parada se acortaría el cuello y ninguna parada llegaría a los posteriores. El cuello se encuentra desactivado en su función de palanca en relación con los posteriores. Para poder eliminar poco a poco la construcción en formato S, poco ventajosa a la hora de practicar la Doma Clásica, montamos al caballo en posición de estiramiento. Así conseguimos que la superficie de contacto entre una vértebra y la siguiente este al cien por cien alineada. El caballo aprende a llevarse a si mismo a través del ligamento nucae. En la parte delantera del cuello conseguimos una alineación de la construcción vertebral hacía abajo. En la parte trasera de las vértebras se consigue a la vez una alineación hacia arriba.
La musculatura inferior del cuello se relaja y deja de trabajar cuando esto ocurre, entonces es cuando el caballo ha aprendido a mantener la posición de su cuello en la postura de estiramiento y entonces tenemos que empezar a trabajar progresivamente hacía la elevación. Por supuesto hay que trabajar también sobre los puntos débiles en la columna vertebral. A la vez es muy importante mantener la armonía en el trabajo con la función de carga de los posteriores.
Los caballos de corrección
Muchas veces recibo caballos de corrección nos cuenta Jan, caballos que no habían aprendido nunca o habían perdido la capacidad de poder moverse descontraídos y con un contacto correcto. Cuando se intenta corregir estos caballos se nota enseguida que siguen a la mano y acceden enseguida a la colocación que pide esta mano, sin embargo al no poder sostenerse se caen enseguida encima de su hombro en el mismo lado. De esta manera nunca llegarán a ceder al perder su eje central. Durante el esfuerzo de conseguir la cesión los caballos han perdido la capacidad de equilibrarse sobre sus cuatro extremidades. Estos caballos han aprendido a buscar apoyo con todo el peso de su masa corporal en su boca (en la mano del jinete), otra vía de escape es que esquiven con su peso hacía el otro lado. Si el jinete lo ha permitido nunca han aprendido a sostenerse a si mismo. En el primero de los casos el caballo nunca podrá mantener la ligereza en la boca porque sufre constantemente la caída de su propio peso que se cuelga en la boca. En el segundo caso se parte el eje longitudinal del cuerpo a la altura de la cruz y la corriente del movimiento que haría la boca ceder no llega desde atrás sino se queda en el camino.
El contacto es finalmente el resultado de la llegada de la energía que se genera gracias al "motor" de los posteriores. Lo mejor es cuando la boca es el último eslabón de una cadena positiva de la musculatura. Pero ojo, si la boca resulta ser el primer eslabón de una cadena negativa hay que atacar primero este problema – pese a que decimos siempre desde atrás hacía delante. El jinete puede estar montando desde atrás hacía delante sin embargo los bloqueos y resistencias de la línea superior siguen el orden desde delante hacía detrás.
Ahora analizamos que pasaría si estuviéramos en una línea curva. A la hora de hablar de la Escala hemos aprendido que los caballos que quieren moverse en líneas curvas deben estar rectos en si. Esto quiere decir que su mano y su pie interior deben moverse en el mismo raíl al igual como las extremidades exteriores. Esto será solamente posible si el caballo está en disposición de comprimir los músculos de la línea superior en el lateral cóncavo y de estirar la musculatura en el lado convexo. Este arco del cuerpo que corresponde exactamente a la línea montada lo llamamos el arco vertical del equilibrio. Las extremidades del caballo se mantienen verticales hacía el suelo, no existe una posición "tumbada" lateralmente.
Los caballos están impedidos a moverse rectos en sí debido a su torcimiento natural. En muchos libros se trata este tema de una manera pobre y en otros completamente equivocado en la opinión de Jan Nivelle. También en las conversaciones con otros técnicos encuentra a menudo opiniones controvertidas.
Jan Nivelle ha llegado a la conclusión de tener que explicar el torcimiento natural del caballo tal y como el mismo lo siente a caballo. También le gustaría que el lector intente sentir sus explicaciones primero. Nivelle no esta dispuesto a aceptar determinadas explicaciones o definiciones solamente porque estén escritos en los libros, como por ejemplo la teoría que la mayoría de los caballos está torcida en el lado derecho, sobre todo porque sus sensaciones le transmiten algo diferente.
Visualización de la falta de rectitud
La mayoría de los caballos son "huecos" en el lado izquierdo. Si dejamos el potro a mano izquierda simplemente con la cabezada de cuadra en la cuerda entonces observamos como entran los posteriores de tal forma que el posterior interior no puede mantener un carril con la mano interior. El posterior derecho sin embargo se mantiene debajo de la masa.
Esto mismo, en movimiento se traduce en que el posterior interior (izquierdo) durante su fase de avance donde empuja hacía delante, empuja al caballo por encima de su espalda exterior hacía afuera, al estar desplazado hacía el interior en relación al eje corporal. En este momento empuja toda la masa del caballo hacía el hombro derecho del caballo y lo vuelve más pesado. El caballo tiene la tendencia de acortar la parábola de movimiento de su mano derecha y no descontrae la musculatura que se extiende desde la cruz en el lado derecho hacía delante y hacía detrás. La cruz ya no puede oscilar hacía arriba debido al movimiento que se ha orientado hacía el suelo. El sobrepeso en el tercio anterior se agrava aún, el caballo se vuelve más duro en el lado derecho de la boca.
El caballo se tensa más y más en la musculatura de su parte derecha del dorso y la curva del movimiento de su posterior derecho se acorta cada vez más. El problema que fue en un inicio diagonal se vuelve ahora lateral. El caballo pierde la capacidad de mantener o de encontrar el ritmo. La descontracción se pierde cada vez más. El contacto se vuelve más fuerte en su asimetría. El caballo se cuelga más y más en la mano derecha y coge cada vez menos la rienda izquierda. La musculatura del lado izquierdo pese a que sea el lado hueco es la musculatura más larga y más relajada. La musculatura del lado derecho es pese a que tenga el recorrido más largo (lateral convexo) el lateral más corto. Esto tiene su razón en el eje que no esta recto de todo. El problema más grave respecto a la falta de rectitud aparece en los caballos que dejan el posterior izquierdo durante tanto tiempo en el suelo que la cadera izquierda (en su característica de estar ahuecada en el lado izquierdo) también se queda desplazada hacía atrás en relación a la cadera derecha.
En la mayoría de los caballos se puede observar que la línea vertical que atraviesa el menudillo hasta el casco está girada hacía afuera en el caso de la mano derecha. Todo es una descripción del caballo a mano izquierda.
Y a mano derecha?.
Aquí obtenemos la misma imagen. También aquí el caballo se cae por encima de su espalda derecha. Solamente que en este caso la espalda derecha está en el lado interior. El caballo empuja con su mano hacía adentro en el círculo a mano derecha. Cuando observamos la línea superior del caballo veremos que también está ahuecada en la parte trasera como en el lado izquierdo. Esto quiere decir que la cadera está colocada como si tuviera que desplazarse a mano izquierda. En esta colocación no podemos esperar que el posterior izquierdo pueda dar apoyo de sostén, para que el posterior derecho pueda entrar debajo de la masa en dirección al punto de gravedad como sería su función para avanzar en este momento. Con otras palabras el caballo carga el peso encima de su hombro derecho para aliviar el posterior diagonal, el izquierdo. El arco de costillas derecho no está adaptado al giro.
El posterior derecho no trabaja libre en dirección hacía el punto de gravedad. Si observamos detenidamente la parábola del movimiento del posterior izquierdo vemos que este incluso llega a ser un movimiento esquivo, lo que conlleva que toda la cadera sigue a este gesto. Sin embargo en la Doma Clásica buscamos la flexibilidad del posterior interior. Solamente lo conseguimos si el posterior interior llega a ser la pierna de apoyo y sostén y el exterior la que "juega" o avanza. Al igual que en el fútbol, un diestro tiene en el lado izquierdo su pierna de apoyo y en la derecha la pierna con la que juega, el caso del zurdo es justo al revés. Lo que pedimos a un caballo recto y simétrico es que trabaje en el lado izquierdo como un zurdo y en el lado derecho como un diestro.
Las dos parábolas del equilibrio
Si interpretamos la Escala de Formación como una enseñanza sobre el equilibrio podemos decir que existen sobre todo dos parábolas del equilibrio, dos direcciones diferentes en las que tenemos que cuidar y establecer el equilibrio del caballo.
Por un lado está el equilibrio horizontal, que juega un papel alrededor del eje longitudinal, desde atrás hacía delante. En esta parábola queremos desarrollar el ritmo, la descontracción, el contacto y la impulsión. El éxito en esta relación del equilibrio depende de la aceptación del caballo respecto a la pantorrilla y respecto a la ligereza en la mano.
La segunda es el equilibrio vertical. Este equilibrio se refiere a la parábola del equilibrio lateral, el equilibrio en la incurvación. Desde aquí desarrollamos el ritmo, la descontracción, el contacto y la rectitud. El éxito de esta relación depende del grado de influencia negativa del torcimiento natural y de su erradicación. La capacidad de incurvación en las costillas y de alineación del tercio anterior con el posterior es decisivo para lograr aquí un equilibrio perfecto.
Ambas direcciones de equilibrio mantienen una relación entre ellas. Esta forma de comprensión nos ayuda en el momento de analizar problemas concretos, y así, por ejemplo, cuando veamos un caballo que no encuentra el ritmo puede ser debido a varias causas, a que no esté delante de la pierna, o a que no respete la mano del jinete o a que su falta de rectitud lleve su tercio anterior o posterior en una fuerza centrifugal hacía afuera. Según cual sea la causa buscaremos diferentes soluciones para estos problemas.
Lo mismo ocurre entre la descontracción y el contacto. Aquí hemos alcanzado el punto donde podemos comprender que la frase "aguanta las manos e impúlsale a que pase, más pierna y hacía delante", de ninguna forma puede ser la solución. Hemos aprendido que la línea superior debe ser llevada a ceder y que el caballo tiene que estar recto.
¿Y respecto a la mecánica, qué ocurre?. Como cambiar la rueda pequeña de la bicicleta por la rueda grande del movimiento. Para comprender esto tenemos que observar detenidamente la parábola del movimiento del caballo.
Cada parábola de movimiento está marcada por la fase de avance y por la fase de apoyo en el suelo. En la fase del apoyo la masa de la grupa viene por encima de la pierna. A través de ello el caballo entra en la fase de suspensión. Después de la cual el posterior del otro lado termina su fase de avance y se convierte en pierna de apoyo en la siguiente fase. Cuando observamos detenidamente la fase de apoyo vemos que esta a su vez está dividida en dos fases, la primera es un fase cargante y la segunda es una fase pujante. El momento de carga perdura hasta el momento en el que los ángulos doblados (las tres articulaciones) del posterior se encuentren verticales encima del casco (el punto está situado concretamente un poquito detrás de la vertical de la cadera hacía el casco.) Cuando hemos pasado de este punto la pierna apoyada empuja la masa hacía delante.
Con este conocimiento podemos entender fácilmente como influimos en la parábola del movimiento. Repetimos: el potro se mueve con su esqueleto, y al empujar la masa hacía delante abre el ángulo entre la cadera y el corvejón. Sin embargo buscamos que el caballo pueda avanzar vía su fuerza muscular. Esto quiere decir que la pantorrilla tiene que invitar al posterior a despegar con su fuerza muscular. Un posterior que permanece mucho tiempo en el suelo siempre trabaja sobre un dorso invertido. Por más temprano y activo que se despega el posterior más acorta el momento de empuje de la fase de apoyo en el suelo y gracias a ello resulta mayor la probabilidad que se doblen los tres ángulos durante la fase de avance.
Lo mismo buscamos más adelante en la reunión, también entonces queremos que se doblen las tres articulaciones y que se compriman al doblarse. La fuerza de empuje tiene que lograr una actividad apreciada durante la fase de avance.
Cuando el posterior despega del suelo con mayor fuerza aumenta la posibilidad de que el mismo oscile en dirección al punto de gravedad aún más. En consecuencia aumenta a la vez el momento de la fase de apoyo, así que el caballo se sostiene más o durante un momento prolongado sin que hayamos realizado una parada y sin que hayamos "montado hacía atrás".
Solamente cuando los posteriores pisen más en dirección del punto de gravedad podemos empezar a aguantar con paradas a través de la mano y doblarlos así aún más con su propio peso. La misma masa del tercio posterior dobla con su peso las articulaciones de los posteriores. Esta elasticidad aumenta la fuerza amortiguadora del posterior. El aire se vuelve finalmente más cadenciado. El momento de suspensión se prolonga, el momento en el suelo se acorta.
Fuente: topiberian.com
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